Han sido unos días agradables. Las visitas invaden las rutinas y las dejan pingando pero también te ventilan y te reordenan. Mis amigos son mi mejor elección. Estoy tan orgullosa de ellos que compensan la falta de autoestima general. Son mis autoestimer. Somos distintos, mucho, y nuestra vida también. Pero esa elección consciente rubricada décadas atrás es más fuerte que cualquier diferencia concreta.
Los amigos que me han visitado estos días son mi sitio seguro. Sus hijos son mi ternura en este momento, su perro el mío.
Espero que sea así sólo por un tiempo y que algún día me cuenten de qué va la vida convencional, plácida y quizá un poco feliz.
Los quiero. Los querría si no me quisieran.
Los niños madrileños empiezan a esconder banderas palestinas en los
crucifijos
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Hace 18 horas
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