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miércoles, 12 de enero de 2011

Preguntas sin respuesta

A veces cuando salgo a correr tengo la impresión de que las que corren son mis neuronas. Dicen que algunos se evaden de tal manera que no piensan en nada. A mí eso no me pasa. La cabeza acelera al ritmo de las pisadas y aunque no siempre es agradable a menudo genera la llamada información inútil. Sí, justo esa que tanto me gusta.
Hoy, por ejemplo me he cruzado con una señora en los primeros cincuenta metros y ahí han empezado mis preguntas.
¿Por qué algunas señoras dejan que las peluqueras les tiñan mechones de morado?
¿Cuándo seremos inmortales según Punset?
¿Cada cuántos días hay que cambiar las sábanas?
¿Por qué existen Pitingo y Melendi? ¿Tiene algo que ver mi aversión a estos dos con esa "n" de nadie en sus ridículos nombres?
¿Cuándo dejas de esperar que algo que no ocurre ocurra?
¿El agua del mar mancha?
¿Quién inventó los cubiertos de pescado? ¿Para quién lo hizo?
¿Por qué las cafeteras tienen nacionalidad?
Si los residuos naturales son nutrientes ¿por qué en mi jardín parecen simplemente mierda?
¿Puedo hacer algo más para que me llegue el sueldo?
¿Quién decidirá por fin denunciar a Intereconomía por convertir la vejez de nuestros viejos en un infierno de miedo y mentiras?
¿Cuándo dejé de morderme las uñas de forma permanente para hacerlo sólo de forma esporádica? ¿Por qué no me acuerdo? ¿No fue, acaso, un gesto solemne?
¿Seré capaz de plantearme dejar de fumar en serio?
¿Va a ser siempre así?

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