Buscar este blog

jueves, 22 de abril de 2010

DEBERES

Aprender a ser otra persona, por muy bien que pinte el futuro consiguiéndolo, no es sencillo. Me pregunto si además, no será una tarea vana. El caso es que ahora tengo deberes (una carta, una caja, unas frases, unos objetos y una actitud) y las citas cada vez más cercanas, o sea, también tengo más gastos y al señor de las manos grandes cada vez más preocupado. Está tan sorprendido con todo lo que ocurre que hoy ha acabado explicándome por qué no me deriva a otro colega o por qué no se da por vencido. Es un sufrimiento bestial, pero productivo, muy productivo y quiero ver a dónde te lleva. Creo que se arrepiente de haberme dicho hace meses que no creía en las terapias largas. Buf.
Así que por delante apenas una semana para hacerlo todo. Qué difícil. Qué cuesta tan empinada. Qué sola me acompaño.

Como una de esas fotos de Gregory Crewdson en las que haya lo que haya sólo encuentras soledad y silencio. Silencio a pesar del ruido atroz que me ha dejado sorda.Así de indefensa:




O así de indenfensa. Exactamente así de indefensa:



Y para no volver a tener tanto miedo, tantísimo terror ante la consciencia de la soledad vital sólo queda probar a ser otra persona. Eso dice. Eso intentaré.

jueves, 15 de abril de 2010

UN TÍTULO NO LO ES TODO. Y TÚ TAMPOCO.




Lo compré con infinito ansión, justo, justito por el título. Me pareció una señal... otra señal, de esas que yo me invento e identifico a la primera ¡a la primera! siempre, siempre. Esas señales me dan la vida. Si supieras que nunca he estado en Londres, a pesar de haber pagado el viaje dos veces, volverías a la tierra o nacerías ya con tus treinta cumplidos, o te manifestarías por lo charro, o algo.
Es por enfocar el título, no va más allá.
Y después de engullirlo sin remedio, como buscando algo que no ha llegado, me quedo desinflada. Atrapa el envoltorio. Eso sí. Seguro. Y hay frases magníficas y contradictorias cada dos párrafos..."la tristeza no es nada barata" es una de mis favoritas. Aunque no tiene mucho mérito, la verdad.
Creo que no me ha gustado mucho porque es como un día rojo gigante. De esos interminables que duran años, con todos su segundos. Y, francamente, si me tienen que hablar de años rojos, de vidas rojas, de cabezas rojas… casi prefiero que lo haga la única a la que se le puede perdonar todo.



Ni en NY ni en Londres ni en Tokio está el antídoto contra días rojos. Ni en los libros que te entienden tampoco. Ni en la tarta de chocolate ni el strawberry cheesecake de Häagen Dazs (aunque aquí hay una vacuna que relaja bastante)...



No. No está. No es. No habita. No. ¿Cómo iba a estar aquí si los días rojos no existen? Si en realidad... todo es sueño menos lo que tengo yo por las noches. Si no se puede echar de menos lo que no se conoce o justo por eso la espera te hace seguir fumando. Si la realidad parece un chiste y los chistes duelen y los meses pasan y los años se quedan y a la angustia ya no la temes porque has vuelto a morderte las uñas.

Tengo que pagar mi tercer viaje a Londres para poder ir. O mejor igual espero y que me inviten. Vuelve. No te conozco pero vuelve.

martes, 13 de abril de 2010

168 HORAS Y SUBIENDO



Aunque esta canción no se escribió para mí han llegado los días en que parece que se compuso por encargo (mío, se entiende). La última semana ha sido rara. He hecho tantas cosas que todavía no me ha dado tiempo a asimilar la concatenación de aciertos y desastres producidos en las últimas 168 horas. Eslabones de una cadena de ansiedad que me ata al malestar subjetivo tanto, tantísimo, que sospecho que me falta algún dato, que no tengo alguna información que podría ayudar a mejorar esta sensación de asfixia permanente. No puedo pensar más en cómo solucionar esto. Confío en seguir intentándolo a pesar de los malos resultados. Sólo eso.

martes, 6 de abril de 2010

LA ORQUÍDEA MÁS BONITA DEL MUNDO



Hace poco me contaron la historia de la orquídea más bonita del mundo. Se trata de una parábola que acaba diciendo eso tan obvio y tan poco practicado de que si quieres algo de verdad has de cuidarlo una vez lo consigas.

El desastre actual está causado porque ni cuidé ni me cuidaron y admitirlo no le quita tragedia al asunto.

Sí se pueden desplazar los pensamientos. Pienso desplazarte de mi pensamiento cada día a partir de ayer. Estuvo bien pensar bonito. Pero comienza a ser muy doloroso y no tengo hueco para más desilusiones. En los últimos meses se han ido muchísimas cosas y alguna responsabilidad tendré, digo yo, en esta prolongación de los problemas que sólo consigue agotarme.

De ayer en adelante se acabó dejar que el pensamiento decida dónde quiere ir. Desde ayer decido yo.

La orquídea más bonita del mundo está aquí. Y cuidará de sí misma. Ya está.

EL INSOMNIO DEBERÍA TENER UN NOMBRE MEJOR

Sobre todo porque así podrías insultar personalizando, hacer vudú con su inicial o algo.

Hay pocas cosas más desagradables que despertarse a los pocos minutos de empezar a dormir y saber que ya no vas a conciliar el sueño de nuevo a menos que te levantes, te distraigas un rato y te hagas a la idea de que cuando te vuelvas a meter en la cama (con toda la liturgia previa de este acto diario, a saber: pis, dientes y lectura) será la primera vez que lo haces hoy.

Tener insomnio además está muy mal visto. Hay por ahí un refrán idiota que atribuye a la modorra cierta tranquilidad de conciencia sin que obre sobre semejante aforismo comprobación empírica alguna. Así las cosas, la vigilia, además de ser una tortura que te deja la cara como un personaje de Tim Burton te convierte en términos populares en una potencial mala persona que no duerme porque seguro que le remuerde la conciencia.

Tiendo a la hipérbole, claro, pero cómo no hacerlo después de tantos meses sintiendo esa odiosa sensación de abandonar el nórdico. Levantarse por la mañana para ir a trabajar es un castigo divino diario. UN. UNO. UNA VEZ AL DÍA. NO DOS O TRES O CUATRO.

Pues no te levantes. Ya. Pero si no te levantas y ocupas la cabeza tus occipitales empiezan a ir por libre. Y piensas. Piensas. Piensas. O imaginas. Imaginas. Imaginas. Y mi imaginación me trae muchos problemas. Tantos que me quita el sueño.

lunes, 5 de abril de 2010

TWO FOR THE ROAD

Si al escuchar esto no te emocionas puede que te hayas muerto.

La primera vez que vi Two for the road (S. Donen, 1967) estaba en la carretera con unas cincuenta personas más. Viajaba en autobús desde Madrid y no me importó mucho que me viera llorar mi compañero de asiento. Creo que también pude llorar de risa con esa peli. Y qué decir de los estilismos de Audrey Herpburn. Tan Courregès. Tan Rabane también.




Stanley Donen ha dirigido buena parte de las películas que más me gustan del mundo mundial. Y two for the road es probablemente una de mis favoritas. Describe perfectamente cómo son las relaciones. Cómo se van haciendo feas. Cómo pueden recuperarse. Cómo dependen de algo inexplicable. De eso tan inexplicable que es querer a alguien a pesar de todo. Mejor dicho, de eso tan inexplicable que es querer querer a alguien.



¿No entran ganísimas de verla?

Tengo el día poco inspirado así que mejor lo dejo aquí o me dispersaré de modo profesional. Nada más. Excepto sonreir, porque en Two for the road también trabajó el gran Henry Mancini. Por cierto, ¿no es curioso que la pieza más conocida de Mancini la compusiera en realidad Nino Rota?

domingo, 4 de abril de 2010

VERDE



Hay que obligarse. Pintarlo todo de otro color. Pues eso.

viernes, 2 de abril de 2010

BE CAMP, MY FRIEND

Desde que recuerdo he desarrollado suficiente esteticismo como para poder ser considerada una frívola. El caso es que mientras trataba de conciliar mis impulsos solidarios con mi respiración necesariamente sensorial hacia lo bello sabía que existía todo un universo de objetos hegemónicos que me alteraban (para bien). Estaban, muchos de ellos en casa de mi abuela paterna, en lugares no principales. Los salones isabelinos no me interesaban, el clavicordio barroco me daba miedo (convencida como estaba de que dentro del agujero del cierre había un monstruo), la balaustrada de la escalera tampoco llamaba mi atención. Pero recuerdo que me quedaba paralizada ante determinados muebles y objetos que sólo tenían una cosa en común: eran modernistas, Art Noveau, concretamente. Afortunadamente a diario puedo seguir apreciando la belleza de una esquinera que mi madre, seducida también por sus líneas sinuosas, logró interceptar antes de que, como todo lo demás, acabara en manos de la tía T.
Hace poco, leyendo algunas de las ideas de Susan Sontag, me alegré de medio encajar -con un poquito de voluntad- en lo que ella llamaba el Camp naïf o ingenuo. Me etiqueto con benevolencia, claro está, quiero pensar que, aunque lo bello me interesa profesionalmente y como universo gigante sobre el que investigar cuando me quite la pereza, de pequeña no podía estar sometida a semejante planteamiento.

Algunos apuntes para la reflexión sobre el Camp sontagonero:

-El Camp es un cierto modo de esteticismo. Es un modo de ver el mundo como fenómeno estético. Esa manera, la manera del Camp, no se da en términos de belleza, sino de grado de artificio, de estilización (P.1)

-El Camp es una visión del mundo en términos de estilo -pero de una clase particular de estilo. Es el amor por lo exagerado, por lo "off", por las cosas-que-son-lo-que-no-son. El mejor ejemplo es el Art Noveau, el estilo Camp más típico y más plenamente desarrollado. Los objetos Art Noveau, típicamente, convierten una cosa en otra: las lámparas en forma de plantas florecidas, el salón que en realidad es una gruta. Un ejemplo destacable: las entradas al Métro de París diseñadas por Hector Guimard a fines de la década de 1890 en forma de tallos de orquídea de hierro de fundición (P.8)

-La marca del Camp es su espíritu de extravagancia. Camp es una mujer que lleva puesto un vestido hecho de tres millones de plumas. (...) En el Camp hay a menudo algo desmesurado en la cualidad de la ambición, no sólo en el estilo de la obra. Los hermosos y a la vez espeluznantes edificios de Gaudí en Barcelona son Camp no sólo por su estilo sino porque revelan -de modo más notable en la Catedral de la Sagrada Familia- la ambición por parte de un hombre de hacer algo para cuyo logro se requiere toda una generación, toda una cultura. (P. 25).

-El gusto Camp, por su naturaleza misma, sólo es posible en sociedades ricas, en sociedades o círculos capaces de experimentar la psicopatología de la riqueza. (P.49).


La pareja de la fotógrafa por la que a los trece años me enamoré de la fotografía leyendo un reportaje que todavía recuerdo en Ragazza (gensanta, qué cosas), había reflexionado sobre asuntos fascinantes y yo sin saberlo hasta hace poco. Qué poco sé y cómo me atormenta eso...

A lo que voy, el libro que me ha regalado el señor elegante ha sido milagroso. De pronto comprendo, conozco y reconozco el origen de muchas de las obsesiones paralizantes sobre las que pienso a menudo. Y me sienta bien comprender. Comprender es el paso previo a asumir. Y asumir es un buen sinónimo de tranquilizarse.

La belleza me tranquiliza.
Y comerme esta tarta -claramente Art Noveau- podría ayudar... Hmmm.

jueves, 1 de abril de 2010

COUÉ ERA UN MEMO


Émile Coué era un señor muy simpático y bonachón al que podemos culpar de gran parte de los males contemporáneos o hipermodernos que diría Lipovetsky (otro señor, menos simpático, presiento).
Resulta que el gran Coué se levantó un día a principios del S. XX y encontró terriblemente sensato decirse a sí mismo "cada día estoy un poco mejor, un poco mejor" como fórmula luminosa para modificar los males acechantes de cualquier naturaleza, también la física.

Se ve que Coué había leído a Unamuno cuando dijo aquello de "sólo el que ensaya lo absurdo es capaz de conquistar lo imposible" y debió pensar con lógica hermenéutica: si es imposible curar una enfermedad sólo con la voluntad de hacerlo entonces confiar en la voluntad de sanar es absurdo, y ya se sabe... "sólo el que ensaya lo absurdo es capaz de conquistar lo imposible".

Anda que se quedaría tan pancho. La cosa es que el bueno de Coué ha tenido sus adeptos y tal. Y la mayoría de los piscoterapeutas te cobran 100 castañas por escucharte y acabar sugiriendo que te digas cada día "cada día estoy un poco mejor, un poco mejor" que, como se puede apreciar, no es una frase muy sofisticada. Es bastante absurda, de hecho.

El método Coué me parece un timo. Lo que ocurre es que últimamente tengo la impresión de que todo es una gran estafa sideral y al menos a este hombrito le presupongo muy buena intención.

Hablando de estafas siderales... voy mucho a un centro de arte contemporáneo que hay por aquí... lo que he visto esta semana esté entre la estafa y la sabiduría... pero no me decido... juzguen ustedes mismos si la liebre filósofa singulariza el conflicto entre cultura y naturaleza... o dejen de tocar los cojones...



(VV.AA., Artic Hysteria, Da2)